miércoles, 11 de agosto de 2010

La estacion 0 del tren.

La estación 0 del tren.
Por: F. Pez Salmón
Cuesta creer que otra vez estas en el principio, nuevamente empiezas desde cero y con el hambre vieja de siempre oculta tras el azote psicológico de enfrentar esta verdad.
Nuevamente se averío un riel en el camino y el tren de tus ambiciones se ha detenido en una estación cualquiera donde se han bajado varios compañeros de viaje. Miras a tu alrededor y aunque sigue habiendo gente, sientes un escalofrío de soledades autoimpuestas por temor a vivir la decepción inaplazable. Eres un pez que va contracorrientes pero la marea esta baja y falta el aire. Eres un pájaro domesticado en su jaula, alguien dejo la puerta abierta, la ansiedad se apodero de ti porque no sabes si escapar para ser libre o ser tan libre como para cerrar la puerta por ti mismo y evitarte el susto de tener que huir del gato.
Estas ahí, en plena estación del tren, detenido, esperando, respirando poco a poco para que la emoción no te domine. Mirando a ningún lado, haciéndote invisible, solo tu dentro de ti mismo, el fragmento del tiempo pleno en el cual se fecunda un huevo inadvertidamente. Eres el tiempo mismo suspendido en el espacio sin saber sabiendo lo que aun esta por verse pero que no hay manera de expresar con palabras, gestos o cualquier signo de ilusión aparente. Solo, con tus latidos y las caricias del aire que te permites pasear dentro y fuera de tu cuerpo. El alma, la mente, lo etéreo flota a tu alrededor y tu propio aura cambia de colores a la vez que se prepara para lidiar con las consecuencias psicológicas del accidente. Hay una falla en la confianza y la autoestima que requiere atención detallada. La duda es una molestia infecciosa, una consecuencia del miedo ajeno y las inseguridades de la tripulación abordo. No se puede actuar desmesuradamente, esto requiere tanta calma como sea necesario. Hay que enderezar ese riel del tren y escoger bien el equipaje para evitar sobrepeso, sobrecargos adicionales, sobregiros innecesarios. Hay que limpiarse de enojos y contradicciones, sacarse las lagañas, brillar los cristales por donde se ve adelante y volver a elegir. No es nada fácil saber hacerlo cuando se sabe sin saber. Por eso el receso, el reposo temporero y la elaboración de un plan nacido de la intuición misma y los talentos puros. De ahí saldrá la solución correcta. El día mas que menos pensado, vuelves a nacer.
“Damas y caballeros, el boleto ya esta pago. De un momento a otro dejamos la estación 0 del tren y continuamos la marcha. Pónganse cómodos y disfruten el viaje.”

martes, 10 de agosto de 2010

La hora interminable

La hora interminable
Por: F. Pez Salmón
¿Y si nada mejora, q vamos a hacer?
Esa fue la pregunta que vistió aquella mañana de marzo.
El calor sofocante de la isla y la tristeza que da un bolsillo vacío adornaban el día que comenzaba igual. Hambriento de esperanza como una oruga comilona, la misma que se venia engullendo el tiempo a dentelladas, a mordiscos día tras día, mes tras mes.
Se fue la mitad del año y no sucedió nada. Ladraba el perro, cantaba el gallo y el silencio en la mente hacia de anfitrión en su propia fiesta de nadas.
Al rato soñó que todas las tetas del mundo le daban de comer, que se hundía entre las babas de carne fértil y una montaña de orgasmos lo tragaba con la misma lentitud que pasaban las horas.